Páginas
▼
domingo, 8 de septiembre de 2024
Trapos viejos
Venimos de pasar una agradable mañana en el hotel después de una noche de desenfreno por la boda de Mercedes y Rubén. Tengo la cabeza embotada por la falta de sueño. Ni pienso con claridad ni es hora de hacer una integral. Es posible que incluso estando sobrio no atine a resolverla, de todos modos. Sin embargo, aun con estas condiciones hemos podido disfrutar de un café y agua (mucha agua) en las instancias del alojamiento. No es habitual que nos juntemos todos porque nuestro círculo de amigos se acostumbra a desperdigarse por todos los rincones de la geografía europea: a veces por Cataluña, otras por Almería, también Málaga o Francia y yo en Madrid. A pesar de ello, se ha establecido la tendencia de que todos (menos yo) terminen haciendo su propio nido en Mancha Real. Cosas de la vida y de la edad. Hasta ahora había sido complicado reunirse en su totalidad y de aquí a unas semanas eso será cosa del pasado. Quizá por eso estas horas compartiendo vivencias sin riego sanguíneo nos haya permitido darnos cuenta de que nos queremos. Vemos fotos, filtramos recuerdos y nos reímos. Mucho. Que si la bolsa de patatas fritas en la cabeza, que si el pollo te sienta genial, que si el bigote es uno más de ti. La noche de ayer fue genial, entre otras cosas, por la gente que allí se hallaba. Contando las anécdotas que se habían vivido horas atrás fuimos más conscientes de que nos queremos. Estemos lejos o cerca. Resacosos como si fuéramos un trapo viejo, pero sonrientes de qué somos capaces de valorar todo lo que se nos ha puesto por delante y por detrás. Y eso es lo más importante. Así al menos pasamos la resaca con varias carcajadas entre pecho y espalda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario