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domingo, 22 de diciembre de 2024

Las expectativas

Las expectativas son peligrosas, sobre todo si no se conocen. Por primera vez en mucho tiempo muchos de los amigos de siempre estamos reunidos en el pueblo, lo que con buen criterio hemos definido todos como una situación de ilusión tontorrona por el simple hecho de que no suele ocurrir. Es como la noche de Reyes o la víspera de tu cumpleaños: sabes que algo bueno está por venir. Ahí entran en juego las expectativas, tan oportunas como decepcionantes en otras ocasiones. Sin embargo, tengo una firme creencia de que esta vez hay motivos para tener esperanza.


Una estaba en Francia, otra en Málaga, otro en Toledo y yo estaba perdido entre Navarra y Madrid. Total, el mundo era tal coctelera que el destino nunca quiso cruzar nuestras visitas durante los mismos días. Pero esta Navidad nos ha puesto a cada uno en el tablero y no nos está quedando otra que pasar una de las mejores festividades de nuestra amistad. Qué bonito queda sobre el papel —digital— y que difícil es ponerse en el papel —de la vida real—, pero estoy seguro de que esta vez, sí.

Cuando uno traspasa la treintena participan en la vida cuestiones que estaban agazapadas en la década anterior, la del revoltijo de fiestas, borracheras y calle, mucha calle descontrolada, casi siempre con el alcohol de por medio. Ahora también lo hay, pero está desglosado en inofensivos "tardeos" de cervezas y quedadas "de tranqui", que sin quererlo se transforman en reflexiones durante horas, sin importar si son profundas o no, pues en un círculo de amigos tan cercano se puede surfear entre complejidades sin miedo a ser juzgado, sino apoyado. De ahí que las expectativas sean justificadas.

Dicho esto, dando por seguro que estas dos semanas serán especiales, es mucho más sencillo creer que va a suceder. Sería de necios, con todos los antecedentes, pensar lo contrario.

Mi Twitter: @Ninozurich
*Fotografía propia. 

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