La vida en ocasiones se divide por líneas de un milímetro, la distancia que separa a tu compañero de trabaja de un hooligan por muchas palabras de bajo volumen que pronuncie. Todo para lo que sirve el fútbol no tiene por qué ser viciado ni cercano a la más absoluta incultura, pero a veces lo parece, no por sus millonarios protagonistas, sino por los que no ganan un duro con el debate más que gastar tiempo en conversaciones banales. Están más cerca de lo que crees, agazapados, a la espera de que se escuche la palabra adecuada para lanzar su discurso favorito: "¡No la toca dos veces y el Madrí sigue robando!".
Para ser honestos, me he tomado la polémica entre el Atlético de Madrid y el Real Madrid como un experimento sociológico para destapar a quién se quiere más: a su club de toda la vida o a una imagen ecuánime ante una evidencia que, si no es tan clara, es esclarecedora. No hay lugar a debate. Por eso es tan divertido cómo cada grupo hace trampas a la propia vida para llevarse una razón que sólo la tecnología otorga. Pues, en ese caso, la tecnología está manipulada. Todo lo posible para que el discurso sea desvirtuado. Después de todo: "No os dais cuenta".
Siempre habrá un argumento que inventar para el que lo busca. Y esto funciona en los dos bandos, por mucha frustración que exista o también orgullo en la derrota. Al final, se trata de autoconvencerse a uno mismo, lo primero, y hacerlo con los demás, lo segundo. Así se crea una comunidad de opinión colectiva si todos cierran los ojos y comienzan a pensar muy fuerte para que llegue la redención. Pero, ¿a cambio de qué? Nada, la satisfacción de haber defendido el honor de "no ser como vosotros" y un escudo. Lo que nos gustan las etiquetas.
El fútbol es un verdadero opio de niveles tan altos que los que lo creíamos amenazado no éramos conscientes de la cantidad de emociones que mueve. Muchas de ellas son muy positivas, pero otras muestran la verdadera esencia del aficionado: nula capacidad de autocrítica, como si estuviera yendo a las urnas. Todo es igual de hostil. Qué pereza por un milímetro.
Mi Twitter: @Ninozurich
*Fotografía tomada de El Periódico.
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