Más allá de que su briega en el césped recuerde a la lucha
por el escudo de Raúl, de que su
ascendencia desde la cantera inunde de orgullo el pecho del madridista, de que
los aplausos se instauren como tradición
en el momento que salta/abandona el terreno de juego, de que el Bernabéu no le crucifique por uno de
sus fallos, de que hincara su mástil con épica en el Ciutat de València con su primer gol oficial, de que la histeria
nacional le haya colocado dos escalones por encima de Benzema…Más allá de todo esto, Morata
es un buen jugador por sus propios méritos.
Álvaro Morata
engaña a primera vista, su conducción torpona no sugiere un peligro para el
rival en situaciones lejanas a la meta, pero la corpulencia que atesora (190
centímetros) sí que supone una interesante
alternativa de espaldas al área. Aguanta con suficiencia la bola hasta
encontrar una opción de desahogo, de tranquilidad, algo innato (y muchas veces
inédito) en edades tan tempranas. Y no tiene mal toque en maniobras fugaces, de
decisiones rápidas en poco espacio, como demostró también ante el Levante.
Pero la estadística que revitaliza la sensación sobre el
delantero es el aprovechamiento de los
últimos minutos. Su circunscripción no sólo se limita a la esfera madridista,
sino que tiene más cabida aún en las categorías
inferiores de la selección española, más concretamente en la Sub21. A los goles ya citados en las
anteriores líneas, se añaden los conseguidos en el Europeo de este verano hasta en cuatro ocasiones (tres de esos tantos más allá del minuto 82), lo
que le sirvió para jugar la final del torneo como titular después de empezar
como suplente al inicio del mismo.
Como en casi todos los deportes, la confianza es un arma
fundamental en el atleta. Así, el madrileño ha convertido la selección en el mejor hogar para aprovechar la letanía de
Karim. En cifras, el delantero acumula siete
goles en los últimos cuatro partidos con ella (50% de España) y ha ayudado
a que en el casillero clasificatorio para el Europeo 2015 sólo haya victorias. A ojos del espectador merengue, Real Madrid y selección española (cualquiera de ellas) son dos insignias inseparables. Más gozo en Chamartín.
La progresión de Morata
(si no os habéis dado cuenta, es un post dedicado a él) también radica en
hechos. Recuerden que en sus primeras apariciones tenía piernas de paja y corazón de
cristal, apenas impactaba el balón con fuerza. Se trataba más de un
ejercicio de “no fastidiarla” que de una verdadera intención por dañar al meta
rival. Los controles suponían pérdidas de ventaja y las carreras no llegaban a
ninguna parte. En muchos casos, estas primeras impresiones sí que hacían
desconfiar a la grada, que lo veía como uno
más. Esta nueva temporada, con tres competiciones en liza, han desaparecido
los malos augurios. Corre, dispara y salta con confianza (ver párrafo
anterior). Ha comprendido que no tiene presión porque no costó X millones ni despertó expectativas que
magnificaran su figura. Se limita a
jugar y disfrutar. Y le va bien.
Y puede superarse. Aunque no marque. Ya se vio ante el Málaga que no lo necesita para salir
ovacionado (quizá, una excepción por la marejada en torno al ‘9’). En época de
bonanza, será mejor aprovechar esa
suerte mientras dure.
Mi Twitter: @Ninozurich.
*Foto tomada de .
No hay comentarios:
Publicar un comentario