Páginas

sábado, 1 de febrero de 2020

Depende de cómo te expliques

Como muchas veces me pasa, cuando inicio un texto no sé lo que voy a escribir. Me pongo en blanco y se me van cruzando algunas palabras que, con suerte, tienen sentido. Es algo apasionante: nunca tengo la certeza de si lo que está por venir será una obra maestra o una reverenda mierda. A tenor de mi trayectoria, el porcentaje de éxito está claro. Sigo sin ganarme la vida escribiendo. En algunas ocasiones, la mayoría, tecleo desde el ordenador, mientras en otras, como ahora, es el móvil el que recibe los martillazos. A decir verdad, después de comprarme un teléfono con unas dimensiones más acordes a la sociedad actual, siento como que fluye más, supongo que será una sensación óptica, pero también lo encuentro perjudicial en algún que otro sentido: se me duermen los dedos de atrás, los que sujetan el aparato por la parte trasera. A lo que voy es que el medio no evita la incertidumbre ante lo que voy a escribir. Siento sensaciones que son difíciles de transmitir, de describir y que tú no malinterpretes, siendo esto último lo más complejo de todo: ¿puedes entenderme si no estás en mi cabeza?

Depende de cómo te expliques.


Acabo de bloquear y desbloquear el smartphone. Han transcurrido unos minutos entre un hecho y el otro en el que han sucedido dos sucesos sustanciales: pensar qué voy a narrar ahora, por un lado, y darme golpecitos en la mano izquierda para despertarla, por otro. Al final he optado por lo más fácil: relatar lo que ha pasado. Sin más. Ni siquiera sé si funciona. Durante esos segundos también se me ha pasado por la cabeza la idea que hace tan sólo unas líneas he planteado, la de cómo expresar unos sentimientos. Hostia, es complicado, puedes quedar de exagerado o de cínico. En la línea que separa quedarte corto o pasarte casi no hay margen. Por ejemplo, yo, cuando quiero (cuando amo) me entrego de tal forma que se me acusa de impostar, como si me excediera, como si no fuera normal. En el extremo contrario, cuando se supone que me debo de enfadar, no llego, al parecer, a unos mínimos establecidos. Es clásico, cada uno somos de una manera.

Pero es que me sigan asaltando muchas dudas, sobre todo porque, volviendo a lo de antes, desconozco si estoy expresando de manera correcta lo que se está pasando por mi cabeza. ¿Entendéis? Escribir, a veces, es una puta mierda.

Ahora mismo, en estos momentos, siento apatía. ¿Se me nota? Por eso es tan complejo expresar lo que sientes. Como muchas veces pasa, a veces puedes y otras no. Y eso también es lo difícil de entender entre dos personas: que no siempre lo que uno dice es lo que uno piensa, por eso es importante pararse a matizar y a comprender. Porque si no nunca iremos a ningún lado.

Mi Twitter: @Ninozurich
*Pintura tomada de 20minutos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario