Sí es cierto que ya ha ocurrido en años en los que yo estaba vivo, pero o no lo recuerdo o no tengo conciencia plena. Ahora mismo estoy en todos mis cabales para afrontar que el Barça no disputará las eliminatorias de la Champions League, un momento que nunca creí posible, especialmente desde que Guardiola acrecentó el miedo que los madridistas tenían a los blaugranas y, concretamente, a un chaval apellidado Messi. Se fue el argentino y volvieron los fantasmas de la época en la que el oranje estaba de moda en la Ciudad Condal.
Aun escribiendo estas palabras es probable que me frote los ojos unas cuantas veces más hasta que en febrero los de Xavi salten al césped a pelear un jueves —el día de la semana reservado para este torneo— y no suene la melodía habitual de la Copa de Europa. Los motivos que le han llevado a estar en dicha situación no son otros que una concatenación de sucesos propios del esperpento, de la falta de realidad y de la necesidad de sus dirigentes de obviar a los números: nuestros valores están por encima del dinero. Pero en esta vida, si no tienes las cuentas bien hechas, hay consecuencias.
De forma inevitable esto se traslada al plano deportivo de unos jugadores que asimilan la negatividad de las malas decisiones tomadas por quienes están por encima. Sin confianza ni ilusión es más difícil ganar, aunque tengas el talento. Otro problema es que, si no hay dinero, no hay buenos fichajes y el equipo se completa con "gente de la casa", que es otro de los lemas favoritos de los culés. No obstante, en esta ocasión no se ha traducido ni en buenos resultados ni en goles, lo que ha desembocado en un mal camino en toda competición que han jugado. Y todavía no han debutado en Copa del Rey.
No he visto un Barça con peores sensaciones en toda mi vida. Está por ver si en el futuro seguiremos utilizando estas palabras.
Mi Twitter: @Ninozurich
*Fotografía propiedad del Liverpool.
*Fotografía propiedad del Liverpool.
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