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lunes, 28 de febrero de 2022

Nuestra Andalucita

Hoy es uno de esos días en los que las cuentas de Instagram se llenan de historias recordando los orígenes de uno mismo, sobre todos de aquellos que hemos nacido en la santa tierra andaluza. Es algo que nos une a todos y que hacen revolotear los recuerdos del patio de colegio, cantando el himno y comiendo pan con aceite —a veces con aceite y otras con aceite y azúcar—. Era un manjar que en esos tiempos sabía a lo más bonito que un niño puede tener: ilusión. Y si vive nuestra Españita, más bonito incluso es que viva nuestra Andalucita.


Lo cierto es que las ocho provincias de Andalucía nos reunimos y dejamos que Sevilla se junte con nosotros sin discriminarla por su orgullo y alevosía. Por un día al año no hace daño. De esta manera no competimos entre nosotros y nos centramos en ensalzar todo lo que nos une: las franjas verdes y blanca, la mano en el corazón y el "ea". Allá donde vayamos, aunque no tengamos el día de fiesta laboral por estar más arriba de Despeñaperros. Porque sí, es posible que estemos lejos en la distancia, pero no dudamos en sacar el cuchillo si a alguien se le ocurre alzar la mano contra nosotros, nuestra Andalucita.

También me entretengo viendo a quienes no han nacido por allá, pero desean expresar lo bien que les caemos o nos envidian. No importa, los acogemos igual, pues es inevitable no querer pertenecer a una tierra así, nuestra Andalucita.

A todos los que disfrutan ondeando la bandera de manera física o simbólica tienen un pedacito de su tierra, con arena o con el viento del campo, con la sombra de una catedral o de la Alhambra, con olor a espetos o a salmorejo, con el sabor de sus acentos o sus palabros. Faltarían líneas de texto para describir todo lo que pueden dar de sí los kilómetros cuadrados que componen esta tierra, la mejor de todas, nuestra Andalucita.

Mi Twitter: @Ninozurich
*Fotografía tomada de AS.

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