Hace poco más de un mes desactivé mi cuenta de Instagram y me llamó poderosamente la atención una de las opciones que te ofrecía la plataforma para justificar mi marcha: "Necesito un descanso". Nunca pensé que una red social, cuyo razón de ser se basa prácticamente en la adicción de sus usuarios, pudiera proponer una explicación tan empática. No me hizo falta ver el resto de las posibilidades porque era la más idónea a lo que a mí me sucedía.
Ahora me doy cuenta de la cantidad de tiempo que perdía revisando cada una de las publicaciones, stories y reels que pasaban por mis manos. Me ocurre que en la mayoría de cosas que empiezo debo terminarlas, que es algo de lo que ya he hablado muchas veces en este blog, por lo que me costaba mucho no poder revisar cada detalle que el mundo me ofrecía. Es algo extraño, pero me sucedía —bueno, me sigue sucediendo con otra red social o series, por ejemplo—. El lado positivo es el tiempo ganado y el negativo, que a veces no puede ver el contenido que pasan en el grupo de WhatsApp. Me compensa la verdad.
Sí que es cierto que echo de menos el momento en el que no tenía nada que hacer y me iba a la lupita de Instragram. He tenido que modificar tal comportamiento para pasarme a los reels de Twitter, que claramente tiene un algoritmo menos eficiente. No es una sustitución, puesto que no paso el mismo tiempo —ni de lejísimos—, pero me he dado cuenta de toda la mierda y el negocio que se está haciendo y que se ha hecho con las catástrofes. Yo ni he donado ni he ido a Valencia a limpiar barro. Tampoco he rentabilizado el contenido.
Hace mucho tiempo que las redes sociales se han convertido en redes rentables por los influencers (famoso o no) que han poblado nuestro día a día. Los hay que ya están asumidos, como los que se dedican a la moda o a la prensa rosa, por ejemplo, y los emergentes. Una diferencia clara para distinguirlos es si necesitan los likes o no. Rosalía no necesita likes. El o la que está suplicando por acudir a un evento, sí. Me da rabia sin ser yo un ejemplo de solidaridad, pues tiene muchos seguidores que no logran distinguir y pueden distorsionar la realidad. Y eso es lo que más me apena: seguidores sin capacidad de autocrítica ni pensamiento propio. Zombis. Encima sin escrúpulos con los damnificados.
Mi Twitter: @Ninozurich
*Fotografía tomada de El Periódico.
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