Tenía que ser no ese fin de semana, sino ese mismo día, esa misma tarde. No se extendió más. Llevo sin ninguna enfermedad estomacal o molestias ni yo sé cuánto y acumulo más de un año sin correr ninguna carrera, aunque sólo sea por divertimento. Pero pasó, tuvo que ser en la San Antón y con la desazón de no cumplir con una promesa que lleva meses esperándonos tanto a Marta Molina como a mí. Me dolió fallarme a mí, aunque fuera por causas ajenas; pero más me dolió fallarle a ella después de estar montando el plan desde hace semanas.
Pocas veces me he sentido tan inmovilizado por el frío, sin energía y sin color en el rostro, como si alguien me hubiera chupado la sangre y arrebatarme las pocas ganas que pudiera tener, como si alguien me hubiera hecho vudú y me clavara la aguja justo donde más me duele y me motiva a partes iguales en los últimos meses: correr. Entendía que iba a ser un evento de encuentros, diversión y disfrute entre antorchas y ambiente sano, y lo único que conseguí fue arroparme hasta las cejas con casi 39 grados de fiebre.
No sé si alguna vez he estado más de 14 horas metido dentro de la cama. No sé si alguna vez ha ocurrido cuando no tenía resaca. De lo que estoy seguro es que en pocas ocasiones me he sentido tan frustrado y tan poco complaciente conmigo mismo a la mañana. No acepto que me haya ocurrido, ni siquiera creo merecer la medalla que te dan antes de correr. Yo pensaba que era un gesto motivador para quienes se lanzan a ello y lo he convertido en una espina que jamás desaparecerá hasta dentro de 365 días. Lo voy a hacer.
Mi Twitter: @Ninozurich
*Fotografía tomada de JaénHoy.
*Fotografía tomada de JaénHoy.
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