Vengo a escribir cualquier patochada un lunes porque no tengo nada que hacer, por un lado, y porque estoy tan cansado de comer kilómetros que la actuación de Norris en el Gran Premio de Canadá me ha venido como anillo al dedo para encontrar un tema aceptable en el que salir del paso. A la vez, siento que hay un recuerdo familiar en todo lo que rodea a McLaren y a sus pilotos, sobre todo a su eslabón (cada vez más) débil: Lando Norris. Su intento de remendar la frustración de un fin de semana repleto de errores sólo conduce a más frustración con una carrera culminada por un (otro) gran error. Estas situaciones cada vez forman más parte de la vida del británico. Y no es nada bueno.
Es habitual presenciar las disculpas de Lando. Esto, más allá de ser loable o criticable, sobre todo para los más puristas de la Fórmula 1, los que ven en los pilotos máquinas insensibles e incapaces de mostrar sus sentimientos, es un problema. Es un problema para Lando Norris porque mostrar culpabilidad no te convierte automáticamente en un perdedor, por mucho que a los hombres duros les encante, sino porque varias veces has salido a la palestra por diversas situaciones, casi todas por tu propia culpa. No es normal en un aspirante al título. La preocupación de la escudería inglesa debería ser esa: su rendimiento. Los números.
Bueno, una de las problemáticas, a decir verdad. Hay más. La otra es si su coche es suficientemente bueno para soportar los vaivenes en su mayoría de un mismo piloto, pues el otro, Oscar Piastri, es un témpano de hielo que no suele cometer errores (si acaso, el de su incursión acuática en la hierba en su carrera de casa). Las comparaciones en estos momentos caen siempre hacia el lado australiano de manera indiscutible, una situación que hace poco más de un año se veía impensable: Norris era el líder natural de la escudería por su experiencia y permanencia en ese asiento. Las tornas están cambiando de manera brusca.
Sobre si la lucha entre compañeros debería ocurrir no existe una respuesta correcta. Depende de la lente con la que se analice. El espectáculo y la incertidumbre de la que goza el deporte y el aficionado añade morbo por el resultado. Las papaya rules favorecen que nadie despegue la mirada del televisor, por un lado, y nos sacan de la monotonía propia de los cochecitos, por otro. Sin embargo, entendemos que al propio equipo, a pesar de ser el exponente máximo de las decisiones correctas y morales, puede acuciar la pérdida de puntos si llega el momento de que se reduzca la distancia con sus perseguidores. Quiero decir, McLaren tiene suficiente ventaja y colchón para no pasar apuros en el Campeonato de Constructores. Y esto es compatible con decir que cometerían el error de instaurar el libre albedrío entre sus pilotos, sobre todo si hay uno que no sabe gestionar estas situaciones en gran parte de los contextos.
Como casi siempre, sólo el tiempo podrá mostrarnos si al final de la temporada las estrategias tomadas desde el muro han sido maduras, correctas y éticas para con sus propios trabajadores. La temporada pasada les sirvió para salvar los muebles a pesar de que su imagen no fue redonda. De lo contrario, podrían terminar todo con cara de panorris.
Mi Twitter: @Ninozurich
*Fotografía tomada de Motorsport.
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