-¿Por qué?- siguen preguntando.
-¿Por qué qué?
¿Hay que tener una razón para algo? ¿Una justificación? ¿Un
motivo? Soy yo el que te tendría que preguntar por los porqués. ¿Por qué, para
empezar, te empeñas en cargarme de peso? ¿Por qué no dejas de sobrecargar a los
demás para aliviarte? ¿Por qué no te creas tus propios sueños, tus propias
expectativas sin tener que ensombrecer a quien te rodea? ¿Por qué nos pones
cadenas? ¿Te sientes más libre así? ¿Por qué me agobias? ¿Por qué me contagias
con tus fracasos? ¿Por qué no te pierdes? Vete, no me aportas nada.
No esperes a que alguien tenga iniciativa por ti porque no
ocurrirá. Date por listo, equivócate, frústrate, enfádate, subestímate, cree,
vuelve a equivocarte e inténtalo, reinténtalo. Será mejor que te estanques
porque así el tiempo dirá que evolucionaste. ¿Qué te gusta? Piénsalo. ¿Qué
quieres hacer? Combínalo. Lucha. Haz las cuentas, encuentra la fórmula y
toquetea tus neuronas. Confía en ti. No te pongas vallas. No dejes que nadie te
las ponga.
El mundo está repleto de envidiosos. De envidiosos vagos. De
doctores en leyes del mínimo esfuerzo y crítica máxima. De creadores de
justificaciones inexcusables. Tu mundo no es así, no debe serlo. Piensa que
tienes el poder, el control, el mando y, sobre todo, una mente distinta a
cualquiera, única, moldeada y exclusiva. Es tu vida y nadie va a manejarla
mejor que tú, nadie sabe qué es lo que quieres ni el camino para hacerlo.
Pueden aconsejar, nunca imponer. Puedes aceptar, nunca acatar.
Deja de llenar tu vida de por si acasos y cíñete a ese caso. No desperdicies domingos ni
lamentes lunes. Ningún día es perezoso, todos tienen las mismas (a)horas. Elige
el momento, pero elígelo de verdad. No esperes a que alguien te adelante o te
conteste con un ¡Mírame a mí! Los
remordimientos carcomen a los débiles y ahuyentan a la valentía. Arrepiéntete
si puedes, no es tarde, nunca lo es.
Y grita. No me preguntes por qué.
Mi Twitter: @Ninozurich.
*Foto tomada de Dooh.mx.
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