Me fascina la capacidad con la que el programa de televisión
Tu cara me suena ha llegado a mí. No
vi la primera temporada porque no sé qué tendría en la cabeza para no percibir
su presencia. En la segunda me reenganché y me desvirgué, en parte, porque
Santiago Segura posee el humor más inteligente de este país, capaz de hacer
reír por igual a tontos y listos sin parecer haberse escapado de la universidad
de los tópicos más evidentes. Y aquí hay que hacer un inciso que catalogue la
razón del éxito: el humor. Además de entretenernos, Tu cara me suena nos hace reír con cierto frescor y hace que
aguantemos hasta pasada la una de la madrugada con más interés que sueño (ah, y
sin vísceras de estébanes). En mi propio caso, hablemos de adicción a la
curiosidad, a la crítica y a Mónica Naranjo.
No encuentro una exposición verosímil para explicar qué pasa
con Mónica Naranjo. Vivió ligada al mundo homosexual toda su carrera,
imperceptible para la mayoría de los españoles más allá del Sobreviviré destrozagargantas y de un
cabello híbrido de rubios y morenos. Es llegar a Tu cara me suena y ha crecido en España un ejército de
sobrehormonados heterosexuales con la única fijación de apreciarla. Yo me
incluyo. Tú también, no me jodas. Sería, a decir verdad, la única que complacería
a todos los hombres si se les preguntara por una vida de sumisión hacia ella.
Con los ojos cerrados y de rodillas, añadiría yo mientras intento no escurrirme
con mi propio charco de saliva. En su cuerpo lleva escrita la palabra morbo con
la tinta invisible de todas las miradas que recibe. Si os fijáis, el trasero y
el escote están ligeramente más oscuros, significa que ahí se acumulan unas
poquitas más.
Aunque, vayamos a lo primordial. Las galas de Tu cara me suena no serían nada sin las
bailarinas, esas personas que vuelven loco (o burraco, según se mire) al realizador del programa con planos en
los que sería difícil no pillar carnaza y aumentar la sensualidad*. He de
reconocer que, en algunos casos, llegué al final de la canción sin reconocer
quién cantó, ni cómo iba vestido, ni si llevaba peluca (a no ser que se trate
de Edurne o Melody, donde las prioridades cambian). Eh, pero no me atosiguen
aún que tengo pruebas que atestiguan que no estoy loco, tampoco de que el 90%
de los que me dieron la razón lo están. Fíjense en todo el vídeo, peroespecialmente en esos cha cha cha delos minutos 1:48 y 2:03.
Qué les voy a decir yo, que aunque haya pasado la adolescencia hace rato aún conservo sus hormonas. Me consta que no soy el único
que deja caer la mandíbula ante el
movimiento hipnótico de prendas cortas. Luego descubro que participaron
en otro programa de baile donde le enseñaban a contonearse de manera
profesional, pero mis años de instituto no dejaron ningún esbozo de su nombre.
Intento recordarlo pero no hay manera porque tengo tantas caderas en mente que
me aturullan el pensamiento y sólo logro pensar que estas bailarinas son gratas
responsables de que Tu cara me suena haya
conseguido tanta Fama.
Ah, y también salieron en Interviú. Ya sé de qué me suenan
sus cuerpos.
*¿Has visto que he puesto “sensualidad”, @Escardi?
Mi Twitter: @Ninozurich.
**Fotos tomadas de Wordpress, MonicaNaranjo.com y Facebook.
No hay comentarios:
Publicar un comentario