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sábado, 6 de junio de 2020

Cúrame, tiempo

Hay veces en las que miro la muñeca y suelo ver el tiempo. Lo toco, lo palpo y me hace llorar. Cada lágrima que brota por mis ojos acaba siendo un mal recuerdo, como un puñal que pincha en el alma y recuerda cada uno de los errores que he cometido. Y sangra. Y vuelve el arrepentimiento que estruja la cabeza y te sume en la impotencia de saber que la leche derramada no se puede recoger. Que no hay solución para el dolor, para ese dolor. Veo el tiempo que aprieta mi humanidad hasta hacerla desaparecer. Dejar el equipaje en la Ribera es más difícil que hacer las maletas y plantarse allí.


Miro la muñeca y me quedo inmóvil. Ahora es el tiempo el que me ve a mí, rodeándome con ejemplos de descontroles que emanaban de mi boca sin aviso ni decoro. Me enumera una a una todas las situaciones en las que me arrojé al precipicio de la crueldad y quedé por debajo de la empatía, muy por debajo. Siento que mi interior se decora con cardenales por cada uno de los puñetazos que asesté y se volvieron en mi contra. No se ven, pero están ahí. Soy yo el responsable.

Me escuece la muñeca por no estar a la altura de los acontecimientos, un recordatorio que ocurre demasiadas veces, e incluso así sigue grabándose una mueca más por la intolerancia de las palabras. Si te vas, me quedo en esta calle sin salida. Marcado de por vida, sin guía y perdido en la orilla de la costa de Oaxaca. Todos los segundos me recuerdan a ti. Desde aquel sábado también a él. No puedo ocultar que sufro sin saber de ti, malherido en cuerpo y mente e incontenible en esta habitación sin puertas. Pero saldré. Saldrás. Saldremos.

Hace viento y el pañuelico se mueve sin rutina ni camino trazado. La vida aparece sin mapa y te golpea sin previo aviso. De repente te sientes desorientada, a oscuras, sin coherencia ni sentido. Crees que nadie puede recomponerte ni arrojar luz, te duele moverte, dormir y hasta recordar. Has caído en un socavón, pero existen manos dispuestas a ayudarte y tirar de tu cuerpo. No puedes dejar de vivir, no lo soportaríamos.

No voy a olvidar las cicatrices que me han hecho y me harán crecer, pero tampoco puedo obviar que existe un problema en mi cabeza del que no se puede huir. Porque toda mi vida depende de ello y sería hipócrita detenerse, sentarse y dar la espalda. Esta calle sí tiene salida. Cúrame, tiempo.

Mi Twitter: @Ninozurich
*Fotografía tomada de MTV.

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