Páginas

lunes, 29 de junio de 2020

No puedo pensar

Tumbado en la cama de mi habitación el cerebro se me va achicando a fuerza de sudor. Cada pliegue de mi piel se convierte en apenas unos segundos en un arrepentimiento, algunos más líquidos que otros, pero me embauca la sensación de que no debí doblar el codo, la rodilla o posar mi brazo sobre la barriga desnuda. Al poco de deshacer tales acciones noto que, en efecto, fue una decisión equivocada. Me resbala.


Sin embargo, no podemos vivir con el miedo de no ser libres. Ni en cuanto los mil demonios entren por la ventana, ni cuando el más mínimo soplo de aire se deslice por mi cuerpo, ni siquiera cuando el sol se esconda podremos estar a salvo del bochorno que se impregna en cada átomo de la habitación. Noto el calor abrochado como garrapata, chupando nuestra energía hasta dejarnos aplatanados en lo alto de cualquier mobiliario: cama, sofá o con la cabeza metida dentro del frigorífico. Es difícil conocer dónde estará la próxima bofetada de masa caliente.

Casi no puedo pensar. No me apetece pensar, de hecho. Este texto es una muestra de ello. Me vi con la hoja en blanco y me limité a describir lo que sentía. O sea, la ley del mínimo esfuerzo, pues no hay mayor ejercicio de pereza literaria que no haber siquiera previsualizado lo que uno va a contar, sino que se limita a encender el encefalograma plano y zambullirse en el tecleo sin una idea fija. Vomito lo que veo, unas piernas peludas húmedas del sudor y una pegajosa temperatura, a veces asquerosa cuando las sábanas también se han prendado de acuosidad. Es repugnante.

Pero es verano, así que me salvo de cualquier prejuicio con el que queráis atormentarme. Juzgarme en una situación así es tan fácil como hacerlo en cualquier tarde de domingo con la televisión sintonizada en Antena 3. Todos sabemos que no es un contexto demasiado decoroso y aquí estoy, sin querer destapar tu tendencia a autodestruirte con las películas de sobremesa.

Todavía me queda la peor parte, la de levantarme y hacerme la cena mientras el calor hace acto de presencia en mi espalda, goteada por la desidia, y mi pensamiento no es otro que el conformismo. No puedo hacer otra cosa. No puedo pensar. El verano me consume.

Mi Twitter: @Ninozurich
*Fotografía tomada de Getty Images.

No hay comentarios:

Publicar un comentario